A raíz de la gran movilización social del  8 de marzo, nos planteamos en nuestra última conversación sobre la incertidumbre: ¿“Cómo se llega a ser hombre hoy”? , reflexionando sobre cuál es el papel del hombre en las reivindicaciones por la igualdad.

Los invitados que convocamos para esta ocasión, fueron José María Calleja, periodista de amplia trayectoria y autor del libro: “Cómo informar de la violencia machista”; y Javier de Domingoque se define a sí mismo como “hombre, hijo, padre y psicólogo facilitador de grupos de hombres y socio de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE)”.

José María comenzó la charla afirmando que “hemos asistido a una huelga que ha tenido  algo de revolucionario al conseguir poner en la agenda mediática la cuestión de la igualdad. A partir de ahora, será más difícil ser machista porque muchos hombres se han tenido que posicionar sobre este asunto, hasta ahora desprestigiado y estigmatizado por los medios de comunicación”.

Javier también estaba convencido de que por fin ha llegado el momento de la implicación de los hombres en esta causa. “Los hombres forman parte del problema pero también son parte de la solución”, concluía Javier. Y es que el colectivo AHIGE está ya formado por 200 hombres concienciados de que ya no pueden ser cómplices observando y aceptando una realidad injusta. El activismo, según Javier, empieza en la esfera personal  cambiando actitudes y comportamientos machistas propios y señalando los de los demás.

A José María le han preguntado muchas veces por qué se ha interesado en informar sobre la violencia de género. Confesó que su elección no ha estado basada en haberse criado en un ambiente machista, ya que ha sido educado en el matriarcado vasco siendo el pequeño de 8 hermanos… sino que existe un elemento concomitante entre las víctimas de cualquier tipo de violencia y es el MIEDO.  “El miedo, a pesar de ser un elemento de supervivencia que nos ha permitido evolucionar como especie, tiene un componente paralizante, grasiento y repugnante”, afirmaba Calleja. Y resulta paradójico que los escoltas que antes protegían a personas como José María amenazado por ETA,  estén protegiendo ahora a mujeres víctimas de maltrato.

“Aunque la situación de la mujer en España haya mejorado respecto a los últimos años del franquismo, no viviremos en una democracia completa ni en una libertad absoluta si sigue habiendo mujeres que viven con miedo y sin ser conscientes de lo que están sufriendo realmente”, sentenciaba Calleja.

Y es que José María tiene la sensación de que los jóvenes han sido educados en democracia,  pero no en igualdad. La educación aunque sea determinante, no es la única vía para llegar a este objetivo. La familia, los medios de comunicación, las leyes  y las protestas en la calleestán marcando nuevas vías hacia este esperado cambio.

Javier, como psicólogo, trabaja recomponiendo la salud emocional de sus pacientes.  Su objetivo en la terapia es que los hombres interioricen el guion con el se les ha programado, basado en una mutilación de emociones y en mantener relaciones de poder y de subyugación. Para él  el machismo es “una enfermedad de la que tienen que ser curados”. Por eso trata de proporcionar a las personas que acuden a sus terapia, recursos y herramientas, después de hacer una revisión individual de su historia personal, para entender de dónde vienen y en quiénes quieren convertirse ya que los hombres necesitan generar un discurso propio, más atractivo que el heredado. 

Ambos coincidían en que se ha avanzado mucho en cuanto a leyes, pero es fundamental crear un clima social donde se empatice con las mujeres que sufren esta lacra. Aunque el día de la manifestación haya quedado grabado en nuestra memoria y con orgullo proclamemos  “yo estuve allí”, hay que ser conscientes de lo que hacemos en nuestro día a día para cambiar nuestro entorno. Por tanto, el activismo no acaba en la manifestación, sino que exige un compromiso diario donde se genere una responsabilidad individual para generar cambios.   “Ha llegado el momento de los que hombres alcen la voz  y se comprometan a romper complicidades”, afirmaba Javier.

Siguiendo el paralelismo de la lucha contra ETA, José María opinaba que la manifestación del día 8 ha ocupado el espacio público rompiendo el miedo paralizante. «Los micromachismos y mensajes tipo “los celos son una prueba de cariño y amor” ya son combatidos socialmente y no se descarga la responsabilidad del maltrato ni de la culpa en la víctima, sino en el agresor», comentaba Jose María.

Para responder a la pregunta inicial de qué es ser hombre hoy, cada uno tiene que hacer una revisión interna y conocerse. Pero  hoy en día sabemos que lo que no puede ser un hombre es alguien que maltrate a una mujer  con sumisión, obediencia, y le haga estar relegada a un segundo plano.

“Hay que demostrar lo que es ser hombre a otros hombres y promover masculinidades cuidadoras para que el patriarcado pierda poder e influencia”, opinaba Javier. Esto se consigue evitando consejos del  tipo “el hombre ha de ayudar”  porque estas expresiones siguen generando una relación de desigualdad. La tarea consiste ahora en repartir y ejercer una corresponsabilidad en los roles y en las tareas domésticas.

Una vez más, quedó palpable en nuestra conversación la idea de que “educar es conversar”.  El reto del futuro consiste en proponer un discurso atractivo y constructivo, sin entrar en agresividad ni luchas de poder para concienciar y sensibilizar que la igualdad es beneficiosa tanto para los hombres como para las mujeres.

Muchas gracias a los ponentes, y nos vemos en la siguiente conversación.